En el episodio 308 de Sueños de Libertad, que se emite el jueves 16 de mayo, los cimientos sobre los que don Pedro ha construido su poder comienzan a agrietarse de manera peligrosa. El personaje que solía moverse con seguridad y autoridad empieza a perder el control de todo aquello que creía tener bajo su dominio: su empresa, su relación con Digna y su influencia familiar. Este capítulo marca un punto de inflexión en la historia y pone en evidencia que nada es tan sólido como parecía.
En Perfumerías de la Reina, la situación se torna crítica. El contrato con Galerías Miranda, que podría asegurar el futuro de la empresa, está en riesgo. Pedro lo sabe y lo teme. La presión recae ahora en Luis, el perfumista clave para este acuerdo. Sin embargo, Luis no está en su mejor momento: su carácter se vuelve impredecible, se aísla cada vez más, y ni Marta ni el propio Pedro logran hacerlo entrar en razón. Su comportamiento errático incrementa el clima de tensión dentro de la empresa.
Mientras tanto, en un giro inesperado, Damián reúne a Fermín e Irene para comunicarles que ha decidido marcharse de inmediato a Roma. La noticia deja a Irene visiblemente afectada, incapaz de ocultar la tristeza que la embarga. Esto revela la existencia de una conexión emocional más profunda entre ellos, una relación que había permanecido oculta hasta ahora.
Joaquín, por su parte, motivado por una conversación reciente con don Agustín, decide indagar sobre el paradero del dinero entregado para la adopción. En ausencia del sacerdote, descubre que los fondos jamás llegaron a su destino, destapando un engaño que sacude los cimientos de la confianza en el entorno cercano.
Paralelamente, el conflicto escala cuando Andrés se entera de que Pedro ha intentado comprarle a María las acciones de Julia. Furioso, lo confronta directamente, acusándolo de moverse por interés y de actuar de manera vil. Esta acción de Pedro, lejos de unir a la familia, solo sirve para agravar las tensiones, especialmente con quienes podrían convertirse en sus futuros parientes políticos.
Damián, Andrés y Marta reconocen que es momento de frenar a Pedro. Todos coinciden en que solo Digna tiene el poder real de impedir que él se apodere del legado de Julia. Damián intenta persuadirla, apelando a los lazos familiares y al riesgo inminente. Pero la conversación no va bien. La presión que siente Digna, el dilema entre confiar en sus hijos o en Pedro, y el peso de la responsabilidad, comienzan a quebrarla.
Pedro, sin embargo, aún se siente confiado. Observa desde las sombras y se repite a sí mismo que nada está perdido. Se presenta como el futuro esposo de Digna, exigiendo confianza. Pero esa seguridad que transmite no es más que una fachada. Las dudas de Digna crecen. Su intuición le dice que quizá mantener las acciones dentro de la familia no sea garantía de justicia ni de estabilidad, especialmente si es Pedro quien las controla.
Mientras tanto, en el ámbito personal, los conflictos siguen estallando. Luz, agotada emocionalmente por la actitud obsesiva y malhumorada de Luis, se desahoga con Begoña. Le confiesa que la relación ya no da para más. Begoña, aunque aliviada de que la tutela de Julia haya pasado a manos de Damián y no de María, no imagina que una nueva amenaza está surgiendo dentro del propio núcleo familiar.
En otro rincón de la historia, Joaquín y Gema continúan su búsqueda de escuela para Teo. Aunque aún dudan si hicieron lo correcto al hacerse cargo del niño, el cariño que sienten comienza a crecer con fuerza cuando Teo enferma. Joaquín, en particular, da un giro importante al mostrar un lado protector y paternal que sorprende incluso a él mismo.
Por otro lado, Claudia vive su propia decepción cuando Raúl, el chófer con el que comenzaba a ilusionarse, le confiesa que ya está en una relación con la mujer que ama. Los celos y la desilusión la sacuden profundamente, y al contárselo a su tía Manuela, esta no tarda en comprender que su sobrina está enamorada.
Gaspar también enfrenta su propia confusión al intentar entender a Raúl, cuyo comportamiento es impredecible. Un día se refugia en el alcohol, y al siguiente parece dominado por la euforia. Pero una confesión inesperada de Raúl revela la raíz de su inestabilidad: está profundamente enamorado, y eso lo está desbordando emocionalmente.
A lo largo del episodio, los vínculos se tensan, las lealtades se tambalean y las ambiciones chocan de frente con los sentimientos. Pedro, que hasta ahora parecía inquebrantable, comienza a ver cómo su imperio se desmorona. El control que creía tener se le escapa entre los dedos. Digna, la mujer que en su momento creyó en él, ahora duda. Y en Sueños de Libertad, una sola duda puede abrir la puerta al caos.