El velorio de Jesús se desarrolla en un ambiente cargado de tristeza y tensión. La familia intenta mantenerse unida en el dolor, pero la presencia de María altera la paz. Su actitud desafiante incomoda a todos, especialmente a Begoña, a quien no tarda en atacar con comentarios mordaces.
Con sarcasmo, María insinúa que Begoña está fingiendo su dolor, ya que, según ella, en realidad se siente aliviada por la muerte de Jesús. A pesar de intentar mantener la compostura, Begoña finalmente estalla y, en un arranque de furia, revela una verdad impactante: Jesús se convirtió en un hombre desgraciado el día que asesinó a su esposa y a su primo Valentín.
El silencio se apodera de la sala. Nadie esperaba semejante revelación y, lo peor, alguien más la ha escuchado. Damián aparece de inmediato con una mirada severa y le advierte a Begoña que no vuelva a mencionar ese tema en público. Ella, dándose cuenta del error, se disculpa y se retira visiblemente alterada.
Mientras tanto, Begoña busca consuelo en Andrés y admite su error: ha caído una vez más en las provocaciones de María. Andrés, cansado de la constante tensión que María genera, toma una decisión firme. Aunque permitió que se quedara en la casa por su estado de salud tras el aborto, ahora que se ha recuperado, no hay razón para que siga allí.
“Después del entierro, le pediré que se marche”, sentencia Andrés con determinación.
Sin embargo, lo que nadie sospecha es que María ha escuchado todo. Su mirada fría y calculadora deja entrever que no tiene intención de irse sin luchar. ¿Podrá Andrés realmente echarla de la casa? ¿O María tiene un plan aún más siniestro para quedarse?