En los próximos capítulos de Sueños de Libertad, la tensión se dispara con una revelación que podría cambiar para siempre las relaciones familiares dentro de los Reina: Jesús, fallecido recientemente, no fue una víctima inocente de su destino… sino el responsable directo del accidente que casi le cuesta la vida a Luis.
Todo comienza en el hospital, donde Joaquín espera noticias sobre el estado de salud de su primo. Luis ha sufrido un hematoma cerebral y, aunque las pruebas iniciales parecen rutinarias, el pronóstico es grave. A su lado está siempre Luz, que no se ha separado de él ni un minuto. La situación ya es suficientemente delicada, pero la tensión crece cuando Marta y Andrés aparecen con preocupación genuina en sus rostros, sin saber aún toda la verdad.
Al ver el bolso y la chaqueta de Luz, Marta pregunta con inquietud:
—¿Dónde está Luis?
—Supongo que lo han llevado a hacer más pruebas —responde Joaquín, con tono cansado pero firme.
—¿Y cómo está? —insiste Andrés.
—Le han hecho pruebas esta mañana. Rutinarias… por ahora.
Marta intenta mantener la calma, pero no puede evitar expresar lo desconcertada que se siente ante todo lo ocurrido. Saber que Luis había perdido el sentido del olfato —una herramienta esencial para su trabajo como perfumista— y que nadie les había dicho nada le parece incomprensible. Joaquín, a la defensiva, lanza una acusación:
—¿Realmente os importa Luis… o soloes el perfumista de la empresa?
Esa frase cae como una bomba en la sala. Marta y Andrés se miran, dolidos. Ellos insisten en que están ahí por amor a su primo, no por interés profesional. Luis es como un hermano, un pilar emocional para toda la familia.
Pero Joaquín, consumido por la rabia y la impotencia, ya no puede más. Estalla con una verdad que lo carcome desde hace días:
—Fue Jesús. Vuestro hermano. Él fue quien le provocó el hematoma cerebral a Luis.
El silencio que sigue es sepulcral. Marta se lleva la mano a la boca, incapaz de procesar lo que acaba de escuchar. Andrés palidece.
—¿Qué estás diciendo…? —susurra, incrédulo.
Joaquín no se detiene. Con voz rota pero firme, continúa:
—Jesús no era un mártir. Era unmiserable. Atacó a Luis, le causó esto… y ahora vosotros venís aquí a lamentar su muerte, como si no hubiera dejado tras de sí un rastro de daño y oscuridad.
La verdad arde como fuego en el corazón de los hermanos Reina. Marta comienza a recordar detalles, comportamientos extraños, silencios incómodos. ¿Cómo no se dieron cuenta? ¿Cómo pudieron vivir con alguien capaz de semejante crueldad sin sospecharlo?
Para Joaquín, la revelación no solo es catártica: es necesaria. Lleva días reprimiendo el dolor y la rabia, viendo cómo todos lamentan la muerte de Jesús sin saber quién era realmente.
—Jesús se merece estar en el infierno —dice finalmente, con una mezcla de rabia y desconsuelo.
Mientras tanto, en otra sala del hospital, Luz llora en silencio, sin saber que su mayor secreto ha sido revelado. Ella también conoce la verdad. Ella fue testigo de lo que ocurrió entre Jesús y Luis. Y ahora, con Damián al borde de denunciarla, y cons la salud de Luis pendiendo de un hilo, se siente atrapada.
¿Qué pasará cuando toda la familia descubra lo que ocurrió en realidad?
¿Cómo cambiará la dinámica entre los Reina al saber que uno de los suyos estuvo a punto de matar a otro?
¿Será este el punto de ruptura definitivo… o la chispa que revele aún más secretos ocultos?
Los capítulos 295 y 296 de Sueños de Libertad prometen ser de los más impactantes hasta ahora. Con una narrativa intensa, emociones crudas y una red de mentiras al borde del colapso, el drama familiar alcanza un nuevo clímax. Ya no hay vuelta atrás.
La verdad ha salido a la luz. Y con ella, vienen las consecuencias.