La Promesa se sumerge en su capítulo más desgarrador. La casa de los Luján, una vez llena de esplendor y secretos murmurados, ahora es un escenario de tragedia, traición y un destino inevitable. El eco de la verdad está a punto de romper los cimientos de la familia, y Jana se encuentra en el centro de todo.
La joven, que llegó como doncella pero se convirtió en un símbolo de lucha y justicia, agoniza en una habitación de la planta alta. Manuel, desesperado, se aferra a la última chispa de vida en sus ojos. Por un instante, ella despierta, intenta hablarle, pero su voz es un susurro inalcanzable. Él no puede entender sus palabras, pero su frágil despertar le devuelve la esperanza. Sin embargo, la tragedia sigue acechando.
Mientras tanto, la noticia de su estado se esparce por toda la casa. Los sirvientes oran por su recuperación, prendiendo velas y susurrando plegarias en un intento desesperado por aferrarse a la fe. Pero no todos comparten el mismo sentimiento. Petra, con su frialdad habitual, irrumpe en la cocina y lanza palabras de desprecio hacia Jana, afirmando que todo el caos que rodea la casa es por su culpa. Santos, incapaz de soportar tanta crueldad, la enfrenta con una firmeza que sorprende a todos. En un acto de valentía, redacta una carta de protesta contra el abuso de poder de Petra y la entrega a Rómulo, con la esperanza de que llegue al Marqués.
Sin embargo, Alonso tiene otros problemas más urgentes. La detención de Cruz se vuelve cada vez más inminente, y aunque la marquesa clama su inocencia, el sargento Burdina sigue acumulando pruebas en su contra. La tensión crece aún más cuando se encuentra una pieza clave de evidencia cerca de la habitación de Jana. Nadie sabe exactamente de qué se trata, pero el semblante satisfecho del sargento lo dice todo: cree tener la prueba definitiva contra Cruz.
En paralelo, Curro se consume en la desesperación. La posible muerte de Jana lo lleva a un estado de furia y venganza. No descansará hasta descubrir quién le hizo esto. Con información privilegiada y secretos que pocos conocen, está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, aunque eso signifique desenterrar verdades ocultas que podrían destruir a los Luján. Ángela, su único refugio en este caos, intenta calmarlo, pero la sed de justicia es más fuerte.
Cuando Burdina reúne a todos en el gran salón, el ambiente se vuelve asfixiante. La voz del sargento resuena con autoridad mientras enumera cada una de las pruebas que señalan a Cruz como la culpable del ataque a Jana. Entre sus manos sostiene la pieza de evidencia que, según él, confirma su teoría. Todos contienen la respiración cuando señala oficialmente a la marquesa como responsable.
Cruz, en un arrebato de desesperación, grita su inocencia, pero las miradas frías y los murmullos a su alrededor la condenan antes de que cualquier tribunal lo haga. ¿Es realmente culpable? ¿O hay alguien más que se esconde en las sombras?
La tragedia llega a su punto máximo cuando Jana, en su última lucha contra la muerte, intenta hablar una vez más… pero su cuerpo no resiste más. El corazón de Manuel se rompe al darse cuenta de la cruel realidad: la mujer que ama se ha ido.