Queridos seguidores de La Promesa, prepárense para una de las entregas más estremecedoras hasta ahora. La calma veraniega del campo se rompe cuando un accidente aparentemente fortuito desencadena una cadena de eventos que sacude los cimientos de la finca… y revela conspiraciones impensables.
Todo comienza en una tarde soleada. Catalina, revisando el puente junto a los obreros, nota con preocupación que la estructura está en mal estado. Su mirada experta detecta grietas y vigas deterioradas. Pero no alcanza a reaccionar. En un segundo trágico, el puente cede sin previo aviso. El sonido brutal de la madera rompiéndose y el impacto seco sobre las rocas retumba en el aire. Catalina cae al vacío, y el río se tiñe de rojo.
Los trabajadores gritan, impotentes, mientras la noticia llega a La Promesa como una bofetada. Un criado, pálido y tembloroso, irrumpe en la cocina llamando al marqués con una urgencia que hiela la sangre. Alonso, Manuel y Curro corren hacia el lugar, seguidos por Pía y Ricardo que apenas logran reunir mantas y un botiquín improvisado.
La escena que encuentran es dantesca: Catalina yace semiinconsciente, herida y cubierta de sangre. Manuel se lanza al agua sin pensarlo. La sostiene entre sus brazos, sintiendo su piel helada, su cuerpo sin vida aparente… hasta que un leve quejido le devuelve la esperanza. Catalina sigue viva, pero muy malherida.
El regreso a casa es un calvario. El médico confirma lo peor: conmoción cerebral, fracturas, heridas internas. Las siguientes horas serán críticas. El ambiente se vuelve denso, casi irrespirable. El miedo, la tristeza y la incertidumbre lo impregnan todo.
Y en medio de esta tragedia, el comportamiento de algunos comienza a llamar la atención.
Leocadia, extrañamente colaboradora, se muestra solícita. Pero quienes la conocen bien no están convencidos. Lorenzo merodea con inquietud, como si supiera algo. Martina, en cambio, se encierra en su habitación sin dar explicaciones, y su frialdad despierta sospechas. Alonso empieza a preguntarse: ¿y si alguien quiso que este accidente ocurriera?
Es entonces cuando la revelación más impactante llega, y lo hace a través de Curro, quien confiesa que había descubierto un secreto mucho más siniestro. La noche anterior al accidente, se escondió cerca de la oficina del duque de Carril tras notar movimientos extraños. Desde su escondite escuchó una conversación que le heló la sangre: el duque, el varón de Valladares… y Leocadia estaban planeando algo.
Hablaban de Catalina. “Es un estorbo”, dijo el varón. “Está agitando a los peones. Su padre nos ha amenazado.” Leocadia fue aún más directa: “Debemos neutralizarla. Un accidente en el puente sería trágico… pero aceptable”.
El plan era claro. Sabotearían el puente y se asegurarían de que Catalina lo inspeccionara. Y así fue. Leocadia se encargaría de provocarla, rechazándole de nuevo su solicitud de fondos para que ella, terca, acudiera a revisar el puente personalmente.
La confesión de Curro deja a todos paralizados. El silencio es absoluto. El horror se mezcla con la rabia. Pía, tratando de mantener la calma, toma una decisión crucial: deben informar a Ballesteros. A pesar de sus reservas, cree que es el único con la mente fría y la autoridad necesarias para enfrentar este escándalo sin precedentes.
Mientras tanto, Manuel, destrozado por el estado de su hermana y furioso por la traición, decide pasar a la acción. Saca del cajón el contrato firmado con Leocadia. Ya no tiene dudas: ha llegado el momento de enfrentarse a ella. Entra en la oficina donde la encuentra fingiendo preocupación, revisando libros contables con gesto teatral. Pero Manuel no se deja engañar.
La escena se carga de tensión. Manuel no necesita palabras dulces: ha descubierto la verdad, y viene armado con un documento legal y la fuerza de una determinación férrea. Quiere justicia. Y la quiere ya.
El capítulo cierra con un aire ominoso. Todo ha cambiado. La caída de Catalina ha destapado una red de traición, ambición y sed de poder. La Promesa ya no es solo un lugar de dramas cotidianos, sino un campo de batalla silencioso donde cada gesto, cada palabra, puede significar el final de una era… o el inicio de la venganza.
¿Qué hará Ballesteros con esta verdad? ¿Manuel logrará exponer a Leocadia y acabar con su influencia? ¿Y Catalina sobrevivirá para contar su versión?
Una cosa está clara: la promesa ha cruzado un punto de no retorno, y nada volverá a ser como antes.