La semana del 7 al 11 de abril en La Promesa viene cargada de emociones intensas, revelaciones inesperadas y decisiones que podrían cambiar el rumbo del palacio para siempre. Los pasillos que antes albergaban secretos y susurros, ahora se convierten en el epicentro de un drama que amenaza con estallar.
Todo comienza con el desgarrador reencuentro entre Simona y Antoñito, su hijo. Lo que debería haber sido un momento de alegría se transforma en dolor, cuando el joven rechaza a su madre con frialdad: “No me llame así, usted dejó de ser mi madre hace años”. Simona queda devastada, sintiendo cómo el amor que guardó por tanto tiempo se estrella contra un muro de rencor.
Pero los problemas no acaban ahí. Dieguito, el hijo de Pía, desaparece sin dejar rastro, sumiendo a la criada en una desesperación total. Mientras los criados se movilizan para buscar al pequeño, es Ana quien aparece con él en brazos, asegurando haberlo encontrado cerca del río. Aunque la alegría del reencuentro es enorme, la sospecha cae inevitablemente sobre Ana: ¿fue realmente un hallazgo casual?
En otro rincón del palacio, Curro avanza con su propia obsesión: descubrir la verdad sobre la muerte de Yana y el extraño accidente que casi le cuesta la vida. Su paranoia lo lleva a una decisión extrema: exhumar el cuerpo de Yana. Ante la mirada horrorizada de Pía, el joven insiste con determinación: “Es la única forma de saber quién le hizo daño”. Su determinación lo pone al borde de la ley, y arrastra a Pía a una línea muy peligrosa que podría acabar con su libertad.
Mientras tanto, la influencia de Leocadia sobre Alonso crece peligrosamente. Con una sonrisa enigmática y gestos calculados, se va ganando su confianza. Pero Alonso empieza a notar contradicciones, y cuando le revela que ha contratado a un prestigioso abogado para defender a Cruz, Leocadia reacciona con una tensión que no puede ocultar. ¿Tiene ella algo que temer si Cruz recupera la libertad?
En paralelo, el embarazo de Catalina y su negativa a casarse con Adriano siguen generando conflicto. Cuando sufre una fuerte contracción, todos se movilizan para ayudarla, pero su rechazo a cualquier compromiso continúa firme: “No sacrificaré mi dignidad”. Adriano, aunque dolido, no se rinde, aferrado a una esperanza que cada vez parece más lejana.
María Fernández, por su parte, planea abandonar el palacio, incapaz de soportar la ausencia de Yana. Solo Samuel, con palabras sinceras y afecto genuino, intenta detenerla, sabiendo que perderla sería una nueva tragedia.
Y mientras las relaciones personales se desmoronan, Jacobo y Ángela viven su propio conflicto. Las humillaciones constantes de él la están empujando al límite, y sus palabras podrían volverse en su contra más pronto de lo que imagina.
La tormenta no ha hecho más que empezar en La Promesa. Esta semana promete ser una de las más intensas del año. ¿Quién se atreverá a mirar a la verdad de frente? ¿Quién pagará el precio por los pecados del pasado?