En un entrañable momento que refleja la vulnerabilidad y el crecimiento emocional de Teo, el joven se enfrenta a sus miedos y termina abriéndose a Gema, en una conversación llena de ternura, comprensión y valentía. La escena comienza con un Teo visiblemente nervioso, confesando que no se siente cómodo rodeado de mucha gente. Explica que, a diferencia del pueblo donde todos lo conocían, en esta nueva etapa está rodeado de desconocidos, lo que le provoca ansiedad y la sensación de que todo podría salirle mal, especialmente con la responsabilidad de llevar las arras al altar durante la boda.

Gema, con la dulzura y sabiduría que la caracterizan, intenta calmarlo pidiéndole que la mire a los ojos. Le recuerda que es natural cometer errores y que nadie es perfecto, ni siquiera los héroes de los cómics como el Capitán Trueno. Le explica que muchas personas parecen seguras simplemente porque no admiten sus errores, pero en realidad todos, sin excepción, sienten miedo de equivocarse.

Este gesto de sinceridad conmueve a Teo, quien se da cuenta de que incluso Gema, a quien admira tanto, también se equivoca y tiene miedos cotidianos. Ella le confiesa que teme fallar con los clientes en el restaurante o ponerle demasiada sal a la comida. Pero lo que más le aterra, le dice con emoción, es equivocarse con él. Su mayor deseo es cuidarlo y ofrecerle lo mejor, aunque sabe que inevitablemente cometerá errores. Por eso, le pide que, si alguna vez mete la pata, él tenga la capacidad de perdonarla y permitirle una segunda oportunidad.

Este acto de humildad y amor sincero hace que Teo se abra aún más, preguntándole con preocupación qué hacer si se le caen las arras, ya que son de oro y valen mucho. Gema, sonriendo, le resta importancia al posible error y le dice que simplemente las recoja. Pero, sobre todo, le recuerda que él vale infinitamente más que todo el oro del mundo. Con estas palabras, refuerza la autoestima de Teo y le demuestra lo importante que es para ella y para todos los que lo rodean.

Teo, conmovido por el apoyo incondicional de Gema, pregunta si realmente cree todo lo que está diciendo. Ella, sin dudarlo, le responde que no lo cree, lo sabe. Y le aconseja que cada vez que dude de sí mismo, recuerde esas palabras. Porque confía plenamente en su capacidad para lograr lo que se proponga.

El momento culmina con una petición inocente pero significativa por parte de Teo: le pide a Gema que no lo presente a todos los invitados de la boda, pues no se siente cómodo siendo el centro de atención. Ella, con una mezcla de humor y ternura, accede, aunque bromea diciendo que se quedará con las ganas de presumir del chico más guapo e inteligente de la boda. El agradecimiento de Teo es profundo y sincero. La llama “tía” con cariño, lo cual refleja el vínculo familiar y emocional que han construido.

Gema, pensando en cómo continuar el momento sin abrumarlo, le sugiere que, mientras ella termina de arreglarse, podría llamar al tío, que seguramente se ha quedado preocupado. Teo asiente, reconociendo que justamente estaba pensando en eso.

La escena se cierra con una música suave de fondo y una sensación de calidez, aceptación y afecto. Es un momento que refleja el crecimiento de Teo, el amor protector de Gema, y la importancia de sentirse valorado y apoyado cuando uno atraviesa situaciones difíciles.