La gran boda de Marta parecía sacada de un cuento de hadas, pero su corazón tenía otros planes. En lugar de celebrar su noche de bodas con Pelayo, su esposo recién casado, Marta toma una decisión impulsiva y valiente: huye en un coche en busca de la única persona que realmente ama, Fina.
Cuando llega a su encuentro, Fina se queda en shock. “¿Estás loca? ¿Qué haces aquí?” le pregunta, sin poder creer lo que ve. Pero Marta no duda ni un segundo. La abraza con fuerza y le susurra cuánto la ha extrañado, confesando que todo el día no ha hecho más que pensar en ella. No podía soportar terminar la noche sin estar con la persona que realmente le hace sentir viva.
Fina, aún incrédula, intenta bromear sobre el desastre que debió ser la boda después de su huida, pero Marta se ríe y admite que lo único valioso de la ceremonia fue cambiar el ramo en el último momento. Sin embargo, la alegría se desvanece cuando Fina le confiesa cuánto sufrió al sentirse apartada de ella. Marta la tranquiliza: ya no hay nada que temer, su matrimonio será su escudo para poder amarse con libertad.
Pero, ¿y si las descubren? Fina pregunta con miedo, pero Marta no vacila. “No me importa. No puedo vivir sin ti”. En ese momento, Marta da el paso definitivo: se arrodilla y le pregunta con el corazón en la mano si quiere pasar su verdadera noche de bodas juntas. Fina, emocionada hasta las lágrimas, acepta sin dudar. En un beso profundo y apasionado, ambas sellan su destino. Mientras se alejan en la noche, saben que su amor enfrentará muchos desafíos, pero juntas, encontrarán la manera de ser felices.