En este emotivo capítulo de Sueños de Libertad, Darío toma una decisión definitiva: marcharse. Entra en la tienda para despedirse de Fina y lo que comienza como una conversación casual se transforma en una despedida cargada de verdad, tristeza y revelaciones. Fina, sorprendida, pensaba que Darío y Pelayo habían retomado su relación, pero él le confiesa que Pelayo se echó atrás. A pesar de querer convencerse de que separarse es lo mejor, Darío sabe que han cometido un error.
Fina, conmovida, le pregunta si luchó lo suficiente. Él responde que sí, pero que está cansado de mendigar amor. Pelayo no está dispuesto a dejar atrás su zona de confort por una vida auténtica. Entonces, Darío lanza una reflexión punzante: tanto Pelayo como Marta vienen de un mundo de privilegios, donde nunca han tenido que arriesgarlo todo. En cambio, Darío y Fina, dice él, son distintos: idealistas, dispuestos a jugárselo todo por amor verdadero. Cree que ambos valoran su historia romántica, incluso con todo lo que han perdido.
Fina intenta defender a Marta, asegurando que ha demostrado valentía al anteponer su relación al qué dirán. Pero Darío no está convencido: le teme a la ambición, especialmente cuando se mezcla con el poder. Le recuerda que Marta ahora está casada con un político y que esa nueva realidad podría cambiarlo todo.
Fina, con serenidad, le pide a Darío que no las compare. Sabe que él está herido, pero le pide que no deje que ese dolor lo ciegue. Darío, con honestidad, se disculpa. Antes de marcharse, le advierte con afecto que esté alerta… y le confiesa que le ha tomado mucho cariño. La escena concluye con una mezcla de ternura, nostalgia y resignación.
