En el próximo capítulo de La Promesa, Eugenia toma una decisión crucial: revelar uno de sus secretos más oscuros. Tras varios días en el palacio, se siente preparada para dar un giro inesperado a la trama. Curro le pregunta qué tiene pensado hacer, pero Eugenia lo deja en suspense, asegurando que lo sabrá cuando llegue el momento adecuado.

Eugenia espera al cumpleaños de Lorenzo para hacer su gran revelación. En medio de la fiesta, interrumpe el evento y pide que entre alguien, anunciando que ha mantenido a esa persona oculta durante todo este tiempo. El momento está cerca de ser un verdadero punto de inflexión, con Eugenia preparándose para hacerle pagar a Lorenzo por sus crímenes.

Con paso firme y elegante, Eugenia recorre los pasillos del palacio, mientras los criados la observan en silencio. Al llegar a la biblioteca, se enfrenta a Lorenzo, quien ya la espera. Después de un intercambio cargado de tensiones y amenazas, Eugenia revela que su verdadero enemigo no es él, sino Leocadia, quien junto con Lorenzo está conspirando contra el palacio. Con una sonrisa fría, Eugenia asegura que Leocadia es aún más peligrosa de lo que Lorenzo cree.

Lorenzo, preocupado por las palabras de Eugenia, corre a buscar a Leocadia para contarle lo sucedido. Ambos se sienten atrapados, pues Eugenia parece haber descubierto todo el complot. Deciden actuar rápidamente antes de que Eugenia pueda exponerlos, pero lo que no saben es que Eugenia ya está un paso adelante. A escondidas, ha comenzado a revelar sus sospechas a Curro y Pía, quienes le ofrecen su apoyo.

Al día siguiente, la situación se tensa aún más. Leocadia, con una actitud aparentemente amable, presenta a Eugenia a un médico, el Dr. Eudoro, quien, según ella, sería su nuevo médico de confianza. Eugenia, desconfiada de este gesto, acepta el médico por cortesía, aunque su intuición le dice que algo no está bien. El Dr. Eudoro, con sus maneras excesivamente cuidadosas, comienza a administrarle tratamientos que Eugenia pronto sospecha que tienen un propósito oscuro: debilitar su salud y hacerla parecer inestable para que la reclusión sea inevitable.

Eugenia no se deja engañar y empieza a tomar medidas discretas. Evita tomar las infusiones que el médico le ofrece, vertiendo el contenido en secreto y guardando las pastillas sin que nadie lo note. Por fuera, todo parece ir según lo planeado, pero Eugenia, con la ayuda de sus aliados, empieza a desenmascarar la farsa.

Mientras tanto, Leocadia y Lorenzo celebran la “éxito” del plan, convencidos de que están a punto de derrotar a Eugenia. Pero lo que no saben es que Eugenia, más fuerte que nunca, está lista para darles una lección que jamás olvidarán.

En el evento del cumpleaños de Lorenzo, Eugenia sorprende a todos al aparecer vestida con un elegante traje negro. Con calma, se dirige hacia Lorenzo, quien recibe un paquete de regalo con evidente incomodidad. Al abrirlo, Lorenzo encuentra objetos que le son familiares: un vestido, un pañuelo y una pulsera de cuentas. Son las pertenencias de Hann, la mujer que ambos creyeron que había muerto. Eugenia, con frialdad, revela que tanto Lorenzo como Leocadia son responsables de la tragedia que sufrió Hann.

El salón se llena de asombro, y Lorenzo, incapaz de mantener su compostura, intenta negar las acusaciones, pero Eugenia no se detiene. Ella tiene pruebas, y lo que está por venir cambiará todo para los villanos de la promesa. En ese instante, la puerta se abre, y una figura familiar aparece: ¡Hann está viva! La revelación deja a todos paralizados, especialmente a Lorenzo y Leocadia, quienes quedan desbordados por el giro inesperado.

El regreso de Hann, un fantasma que creían haber silenciado para siempre, es el golpe final para los conspiradores. Mientras el caos estalla en la sala, Eugenia observa con satisfacción. La guerra dentro de La Promesa acaba de tomar un nuevo rumbo, y la justicia finalmente ha llegado para aquellos que intentaron destruirla.