Cuando el espectador piensa que una historia llega a su fin, en Sueños de Libertad todo se desmorona y estalla de nuevo. Esta semana, las tensiones, los celos y las sospechas han escalado a niveles peligrosos, mientras algunos personajes celebran pequeños triunfos que parecen solo un respiro antes de la tormenta que se avecina.
El capítulo 336, titulado Hectárea, ha sido clave para uno de los personajes más queridos: Luz. La joven finalmente enfrenta el esperado examen, un momento cargado de presión. Pero la familia Merino ha estado ahí, apoyándola con amor y esfuerzo, recordándole que no está sola. Cuando llega el resultado, es una buena noticia en medio del caos: Luz triunfa. Su éxito es un faro de esperanza en un escenario lleno de oscuridad y secretos. Sin embargo, no todos comparten esa alegría.
Begoña, consumida por sus sospechas y celos, se obsesiona más que nunca con María. Está convencida de que el supuesto intento de suicidio de María fue una estrategia manipuladora, una artimaña para hacer sentir culpable a Andrés y mantenerlo emocionalmente atado a ella. Esta creencia la lleva al borde de la desesperación. Pero sus dudas no se detienen ahí; en el próximo capítulo, Begoña comenzará a sospechar también de una posible relación entre María y Raúl, cuestionando si solo existe complicidad o si hay algo más profundo en sus miradas y silencios compartidos.
Damián, por su parte, enfrenta su propio conflicto interno. Siente culpa por haber presionado a Andrés para que internara a María en una residencia, y por primera vez en mucho tiempo, baja la guardia y reconoce su error ante su hijo. Sin embargo, su aparente arrepentimiento se ve contrastado por otro asunto más oscuro: el accidente del peatón. Aquí entra Gabriel, quien sigue moviendo piezas con precisión. Se ofrece a ayudar a Damián para resolver el asunto, pero su ayuda podría no ser tan desinteresada como parece. Gabriel juega un juego peligroso, y Damián, confiado, cae en la trampa sin darse cuenta, agradeciendo sinceramente a Gabriel mientras ignora que detrás de su amabilidad se esconde una estrategia meticulosamente calculada.
En otro punto de esta compleja trama, Irene da un paso decisivo. Tras muchas dudas, confiesa a Cristina una verdad impactante: que es su madre. Esta revelación cambia todo, transformando la relación entre ambas en algo más íntimo, doloroso y auténtico. Las emociones están a flor de piel y el vínculo comienza a redefinirse lentamente.
Mientras tanto, Marta y Pelayo trabajan sin descanso para salvar un importante acuerdo con Cobeaga, que podría marcar un antes y un después para las perfumerías de la reina. Los encuentros entre Pelayo y el empresario parecen dar frutos y Cobeaga empieza a confiar en el proyecto. Pero en este universo, cada avance suele ir seguido de una emboscada, y lo que se viene no será la excepción.
El próximo capítulo mostrará cómo Gabriel continúa ejecutando su plan con frialdad, aparentando colaborar para solucionar el asunto del atropello, pero en realidad avanzando en su hoja de ruta para ganar más poder y credibilidad. El agradecimiento sincero de Damián solo le da más espacio para maniobrar.
Por otro lado, Begoña redirige su odio. Ya no solo María es su blanco; ahora Raúl entra en escena como posible cómplice o incluso amante, y sus dudas la consumen. ¿Qué hay realmente entre ellos? ¿María ha encontrado un nuevo aliado o algo más? Además, Raúl y Chema se conocen por primera vez y descubren que compartirán cuarto, una coincidencia que podría dar lugar a una amistad o, como suele pasar en Sueños de Libertad, a algo mucho más complicado. Raúl sigue levantando sospechas, pues su llegada ha movido todas las piezas del tablero.
En medio de estos acontecimientos, Cristina e Irene, tras la revelación de la maternidad, comienzan a acercarse de verdad. La verdad empieza a sanar heridas profundas, causadas por años de silencio y dolor.
Mientras todo esto sucede, la familia Merino prepara una cena para celebrar el éxito de Luz en su examen. Es una celebración merecida y necesaria, una pausa luminosa en medio del drama. Pero, como siempre en Sueños de Libertad, nada es casual. Las celebraciones suelen ser preludio de grandes terremotos, porque aquí cada sonrisa puede esconder una traición, cada agradecimiento una estrategia, y cada victoria puede estar construida sobre una mentira.
Lo que viene promete sacudir aún más el frágil equilibrio que tantos luchan por mantener.