Pelayo llega con retraso a su encuentro con Marta y se disculpa rápidamente. Le cuenta que una comida urgente con Miguel Ángel Vaca lo retuvo, debido a un asunto delicado: ha surgido un competidor serio para el puesto de gobernador civil. Se trata de Francisco Cárdenas, un nombre que no sorprende a Marta, quien ya esperaba que se sumaran aspirantes tras conocerse la inminente salida del actual gobernador.
Aunque Marta intenta calmarlo, asegurando que la competencia es parte del juego político, Pelayo se muestra más afectado de lo que aparenta. No es solo la rivalidad lo que lo inquieta, sino el perfil de Cárdenas: un político experimentado, bien conectado, con reputación intachable y una familia numerosa que potencia su imagen pública. Pelayo siente que lucha contra un rival casi invencible. Ni siquiera su respaldo por parte de Vaca le parece suficiente frente a la influencia que rodea a Cárdenas.
Cuando Marta sugiere recurrir al apoyo de Carpena, Pelayo se muestra reacio. No quiere parecer necesitado o débil tan pronto. Pese a los intentos de Marta por animarlo, él admite sentirse derrotado antes de empezar. Vaca mismo le dejó claro que Cárdenas lo tiene todo para ganar.
Es entonces cuando Marta cambia el rumbo de la conversación y, con emoción, le revela algo que había estado deseando compartir: ella y Fina han decidido que sí quieren tener un hijo con él. La noticia impacta a Pelayo, que se emociona profundamente… pero casi de inmediato vuelve a mostrarse desanimado, diciendo que ni siquiera eso puede competir con la imagen de Cárdenas como hombre de familia.
Marta, perpleja y dolida, nota la distancia emocional. Empieza a preguntarse si Pelayo ya no desea realmente ser padre o si, peor aún, está viendo la paternidad como una estrategia política. Pelayo se da cuenta de su torpeza y rectifica rápidamente. Le asegura a Marta que está feliz, que valora enormemente la decisión que ella y Fina han tomado, y que no quiere empañar ese momento tan especial.
Le pide un abrazo y le reitera lo agradecido que está. Se funden en un abrazo emotivo y, cuando Marta le pregunta si está seguro de querer ser padre, Pelayo responde con convicción. Luego, ella lo anima a no rendirse en la lucha por la gobernación y le sugiere abrirse a todas las posibilidades, incluso replantear su postura respecto a Carpena si es necesario.
Pelayo, esta vez con renovada firmeza, asiente. Promete seguir luchando. Se abrazan nuevamente, más fuertes y unidos que nunca, dispuestos a enfrentarse juntos al desafío político y personal que tienen por delante.