El nuevo capítulo de Sueños de Libertad comienza en la casa de la familia Reina, donde se vive una atmósfera cargada de tensión y emociones contenidas. Andrés y Begoña coinciden en un pasillo y entablan una conversación que revela el estado delicado de María. Andrés comenta con cierto alivio que María finalmente ha bajado a la piscina y ha pasado un rato allí. Begoña, con un tono distante, le responde que también la acaba de ver en la galería y expresa que se alegra por eso. Luego, con cierta curiosidad, pregunta a Andrés si ha logrado pasar por la colonia ese día. Él contesta que no, y añade que, afortunadamente, tuvo que apagar otro incendio en la casa.
Intrigada, Begoña indaga sobre qué ha sucedido y Andrés le confiesa que su padre tuvo una conversación con María que terminó provocándole una crisis nerviosa. Sorprendida, Begoña insiste para saber qué fue exactamente lo que le dijo el padre de Andrés. Él explica que su padre le propuso a María que se internara en un sanatorio durante los primeros meses para recuperarse. Después de un momento de silencio, Begoña, con sinceridad, comenta que aunque quizás a Andrés no le guste la idea, ella también cree que internarse sería lo más adecuado para que María se recupere. Añade que existen centros especializados que ofrecen apoyo psicológico, médico y religioso para ayudar a los pacientes a adaptarse a situaciones difíciles como la de María.
Sin embargo, Andrés la interrumpe con enojo, asegurando que María no irá a ningún centro. Begoña insiste en que la propuesta del padre es lo más conveniente para todos, pero Andrés responde con determinación que él sabe lo que María necesita y que no tomará ninguna decisión contra su voluntad. Está claro que quiere que María permanezca en casa, pese a las preocupaciones de todos.
Esta negativa de Andrés provoca que Begoña se moleste y le reproche su postura, preguntándole qué espera que haga: ¿compadecerse y decirle que está haciendo lo correcto? Ella le recuerda que tanto él como su padre tienen razones para pensar así, pero Andrés sigue empeñado en dejarse llevar por el remordimiento, algo que según Begoña los conducirá a un abismo emocional del que será difícil salir, tanto para él como para María. Andrés, visiblemente dolido, le reprocha la falta de sensibilidad y compasión, insistiendo en que Begoña no es así. Ella responde que siente una profunda compasión por María, pero que eso no implica que deba dejar de actuar con razón y sentido común.
Justo en ese instante, María comienza a gritar el nombre de Andrés repetidas veces. Begoña, con serenidad, le dice que la están llamando y se retira, pero antes le deja claro que no quiere saber más sobre sus discusiones y que Andrés debe actuar como considere, aunque ella no será cómplice de su caída emocional.
Mientras tanto, en la fábrica, Gabriel llega al despacho de Damián y se disculpa por llegar en un mal momento. Damián le asegura que no es problema, explicando que ha llegado temprano y que Andrés aún no está. Gabriel le comenta que pasará la noche en Madrid porque tiene que ayudar a un compañero de la universidad a redactar un contrato, una tarea que se alargará hasta tarde. Damián le sugiere que, una vez termine, aproveche para conocer el Madrid nocturno, ya que es un mundo nuevo y emocionante. Gabriel sonríe y promete que así lo hará, añadiendo que mañana regresará y espera tener un poco de tiempo para estar con su familia antes de volver a Canarias. Damián le responde que será un placer atenderlo como se merece.
Al salir del despacho, Gabriel se cruza con Irene y su tío, Tacio, quienes están en medio de una conversación sobre las responsabilidades en la fábrica. Tacio comenta que por el momento será él quien se encargue de las tareas de don Andrés. Irene le entrega una carpeta con los documentos que contienen las rutas y horarios de las entregas del día siguiente, además de mencionar una recogida importante de materias primas para la fabricación del perfume de Cobiaga, pedido directamente por don Luis. Tacio agradece la información y asegura que todo podrá ser atendido sin problema, lo que tranquiliza a Irene.
Más tarde, en la casa de los Reina, Begoña se acerca a María, que está en la galería, y le dice que le alegra que se haya animado a bajar. María responde con cierta defensiva que fue porque la obligaron a hacerlo, no porque ella quisiera. Begoña intenta verlo desde una perspectiva positiva, asegurándole que eso significa que está un poco más cerca de recuperar una vida más normal. Pero María, con amargura, confiesa que esta casa es un auténtico castigo para ella, y que su única familia es Andrés. Begoña, con empatía, le dice que entiende cómo se siente, pero que ni Andrés ni Julia sienten realmente esa conexión hacia nadie dentro de esa familia.
Molesta, María responde con rabia que eso no le importa, y Begoña le aconseja que debería importarle si realmente quisiera a Andrés. María pregunta qué quiere decir exactamente, y Begoña le explica que debería mostrar más compasión hacia Andrés y dejar de arrastrarlo hacia su desgracia, pues aunque María pueda hacerle sentir culpa, eso no significa que él lo merezca. La conversación se intensifica cuando María grita el nombre de Andrés, pero Begoña le recuerda que él está en el jardín jugando con Julia y que no la escuchará.
María acusa a Begoña de estar allí solo para atacarla y lastimarla, pero Begoña responde con calma que nunca ha sido su intención hacerle daño. María explota, diciéndole que es la única responsable de que ella esté en esa situación, sin poder moverse. Begoña se defiende firmemente y señala que la única responsable es María, quien tomó decisiones por sí misma, incluso sabiendo que Andrés no la correspondía como esperaba. María la interrumpe con rabia, asegurando que Andrés será su marido hasta que la muerte los separe, pero Begoña le responde que eso va en su contra y que ella tiene que respetar esa realidad, sin sentirse culpable por ello.
La tensión entre ambas se desborda cuando María grita que no soporta a Begoña y le exige que se vaya, mientras Begoña afirma que acepta que Andrés y ella no estarán juntos porque lo quiere, lo respeta y sabe que así debe ser. María la interrumpe con incredulidad, preguntando si es porque Andrés la eligió a ella. Begoña replica que Andrés no quiere a María, y que si se ha quedado a su lado, es por la culpa que ella le ha hecho sentir.
En ese instante, Andrés entra en la escena y pregunta qué ocurre y qué están discutiendo. María, vulnerable, le pide que la lleve a la habitación porque es el único en quien confía en ese momento.
Por otro lado, en la casa de los Merino, Gema está molesta con Luz por no haberla acompañado a una consulta médica con un cardiólogo. Joaquín pregunta qué ha pasado y si sabe algo, pero Gema responde que no, que Luz simplemente no se presentó. Joaquín considera que eso estuvo mal y asegura que él hubiera estado allí si se lo hubieran dicho. Gema le pide un favor y Joaquín bromea que él prefiere ayudarla a ella antes que a “el Greco”, en referencia a Doménico Teotocópulos, un nombre que causa curiosidad. Gema cambia de tema y comenta que antes de ir al cardiólogo habló con Irene, aunque no descubrió nada concreto, sólo que don Pedro ya le había contado que Joaquín tenía sus sospechas y que Irene estaba a la defensiva. Por ello decidió preguntarle directamente si alguien había puesto algo en la copa de Joaquín. Él cree que Irene le habrá dicho que no y le muestra preocupación por el riesgo que corre Gema al exponerse de esa manera. Gema responde que alguien tenía que intentarlo y que confía en que Irene no sabe nada.
Joaquín reflexiona sobre qué harán ahora, preocupado por la situación, pero Gema insiste en que confía en Irene y que cree que le tiene aprecio a Joaquín. Joaquín considera que tal vez Irene estaba cansada o nerviosa, pero afirma que hablará con Luis para saber qué piensa él al respecto.