Mientras todos creían que Manuel había huido a Italia para escapar del dolor y la humillación, la realidad era otra. El joven heredero regresó en secreto a La Promesa, impulsado por una sola obsesión: descubrir quién asesinó realmente a Jana Expósito, su esposa.
Bajo el manto de la noche y con el corazón palpitante, Manuel se infiltró en la prisión donde se encuentra su madre, Cruz Ezquerdo, acusada de haber disparado y matado a Jana. Aquella visita clandestina lo cambia todo. No solo se reencuentra con una Cruz envejecida y marcada por el encierro, sino que también se enfrenta a una revelación demoledora: Cruz confiesa que disparó, sí, pero asegura que no fue ese disparo lo que mató a Jana, y lanza un nombre como puñal: Leocadia.
Para Cruz, Leocadia no es solo una oportunista. Es la mente maestra detrás de una red de manipulaciones y traiciones. “Ella se aseguró de que Jana no pudiera contar lo que sabía. Fue Leocadia quien selló su destino”, afirma con voz rota pero firme. Según la marquesa, existen documentos ocultos en una habitación secreta, pruebas de pagos, informes médicos y cartas que incriminan directamente a Leocadia. Jana lo había descubierto antes de morir. Y por eso… la silenciaron.
Manuel, conmocionado, comienza a cuestionarlo todo. ¿Y si su madre no era el monstruo que él creyó? ¿Y si la verdadera asesina seguía libre, manipulando a todos, tejiendo alianzas y ganándose la confianza de Alonso?
De regreso a La Promesa, Manuel oculta su presencia en una vieja casa de campo cercana. Necesita pensar, actuar con inteligencia y buscar aliados que aún no estén corrompidos por las mentiras de Leocadia. Entre ellos, Curro se convierte en su primera opción. Curro, que también ha sospechado durante semanas del ascenso sospechoso de su madre, acepta escucharlo.
En un rincón apartado del jardín, Manuel le cuenta todo: la visita a Cruz, la confesión, la existencia de documentos ocultos, la posible manipulación de pruebas, la desaparición de testigos clave como el doctor Gamarra… Todo encaja como un rompecabezas macabro. Curro queda helado. “¿Mi madre… la verdadera autora?” murmura, y la mirada que lanza a Manuel ya no es de duda, sino de horror.
El plan para desenmascarar a Leocadia empieza a tomar forma. Tres llaves robadas, una sala secreta, informes médicos que podrían probar que el disparo no fue mortal, y una cadena de encubrimientos que alcanzan incluso a Jacobo y Petra, piezas del juego oscuro que Leocadia ha liderado con precisión letal.
Manuel y Curro deciden unir fuerzas. Por primera vez, los medios hermanos se ven reflejados el uno en el otro: víctimas de la ambición y el veneno emocional de una mujer que no se detendrá ante nada para conservar el poder. Pero mientras se preparan para actuar, Cruz lanza una advertencia crucial: “Ten cuidado, hijo. Leocadia no dudará en eliminarte si te acercas demasiado a la verdad.”
Ahora el tiempo corre. La verdad está enterrada, pero las consecuencias de desenterrarla pueden ser devastadoras. ¿Conseguirán abrir la sala secreta? ¿Podrán probar la inocencia de Cruz antes de que Leocadia descubra sus movimientos? ¿Y qué pasará cuando Alonso se enfrente al engaño de la mujer en quien más ha confiado?
La batalla final entre verdad y mentira ha comenzado.
Y esta vez… el silencio no será una opción.